sábado, 21 de junio de 2008

Pensamiento crítico

Pensamiento Crítico.
Es el conjunto de habilidades intelectuales -interpretación, análisis, evaluación, inferencia, explicación, autoregulación (Facione, 1997)- y actitudes mentales positivas -humildad intelectual, valentía intelectual, empatía intelectual, integridad intelectual, confianza en la razón, perseverancia, sentido intelectual de justicia (Espíndola, 1996)- que caracterizan el proceso de pensar de un individuo (lo distingo del pensamiento como producto) con la finalidad de entender su entorno en base a interpretaciones confiables, responder con efectividad a los estímulos del ambiente y si es posible actuar con ética en lo cotidiano (convivencia, familia, política, economía, salud, empleo, etc.), así como incursionar y participar con rigor metodológico y sin prejuicios ideológicos en el ámbito académico y científico (estudio, investigación y producción científica).
Destrezas cognitivas del Pensamiento Crítico, según Facione.
La interpretación es el producto ponderado de la observación, lectura, vivencia y/o experimentación, a través del cual el individuo en su proceso de pensamiento ubica en sus singulares mapas conceptuales los hechos y objetos, les realiza una autopsia y termina reconstruyéndolos y dándoles una significación particular en un contexto.
El análisis es una operación que secciona en partes un corpus, advierte las vinculaciones y funciones de las partes constituyentes de un objeto, hecho o proceso, con el propósito de establecer relaciones internas y externas (en el contexto o con otros objetos), disecar las conexiones lingüísticas, semánticas y epistemológicas a través de las cuales expresa comportamientos, convicciones, formas de ver, argumentos, perspectivas, emociones y reflexiones.
Evaluación es la generación de juicios de valor con el propósito de cimentar certezas y solventar dudas acerca de la veracidad de lo enunciado en el discurso cualquiera que sean sus motivaciones y alcances, de la confiabilidad en la manera en que se fue construyendo el mensaje, de la pertinencia de lo expresado respecto de la realidad y de otras expresiones, de la profundidad y dimensión del tema tratado, de la autoridad con que el actor emite su mensaje, de las aplicaciones potenciales y concretas del contenido y los objetos enunciados.
Inferencia es el proceso de establecer relaciones, conexiones, asociaciones y vínculos entre objetos, conceptos, ideas, experimentos, vivencias y hechos, con el propósito de proponer enseñanzas (lecciones, moralejas) conclusiones, consecuencias, hipótesis o argumentos que pudieran contribuir a explicar resultados, hechos y objetos.
Explicación es la representación enunciada de forma coherente, expresada lógicamente en forma oral y por escrito, la reconstrucción discursiva argumentada (textual y gráfica), el anuncio razonado de los hechos, vivencias, experiencias, observaciones, inferencias, análisis, reflexiones, conjeturas, hipótesis, resultados, hallazgos, todos producto del proceso de pensar del individuo. En esta representación se aspira a la claridad y a esclarecer metodologías, técnicas, alcances, fines, metas y procesos que permitan ganar credibilidad y confiabilidad.
Autorregulación es un proceso de vigilia intelectual, de cuidado epistemológico, de omnipresencia del pensamiento, manifestación de la metacognición, de la actividad de pensar acerca del pensamiento y la construcción de sus productos con la misión verificar la calidad del proceso de reflexión y de sus resultados concretos.
Pensamiento pobre, contraproducente, no crítico.
No me atrevería a juzgar a alguna persona en particular, pero mi experiencia me dice que en este tipo de conductas incurren frecuentemente:
El político profesional que está acostumbrado a avasallar a su adversario, minimizando los argumentos fuertes del discurso contrario y exaltando las debilidades. O bien, manipulando intencionalmente cifras o datos con fines facciosos. Según Al Gore, George W. Bush mintió respecto a la existencia de armamento nuclear en Irak, en tanto, manipuló los medios de comunicación y jamás presentó evidencias que corroborarán sus presunciones (Gore, 2007).
El vendedor que teniendo el conocimiento pleno de su producto, insiste en dotarle de cualidades inexistentes y ofrecerlo con medias verdades o con recursos ilusorios. Quizá los comerciales de televisión no sean personajes públicos, pero si constituyen el medio a través del cual, un vendedor cualquiera, desde cualquier lugar, no escucha al consumidor ni comprende que existe un espectador que expresa sus dudas y resquemores por los productos presentados con efectos especiales y mensajes amañados.
El pastor o sacerdote en el ámbito religioso. Pregonan su credo, su dogma, su ortodoxia sin atender las razones del otro. Los ejércitos de promotores de nuevas organizaciones religiosas que acuden casa por casa llevando su fe, con una sola consigna: convencer al indeciso, convertir al que no profesa el mismo credo, sin importar sus razones. El otro lado, pone un mensaje contundente: este hogar es católico, no se recibe propaganda religiosa de otras iglesias.
Una persona puede ser buena para pensar críticamente y aun así, no ser un buen (en el sentido moral) pensador crítico”.
Coincido con Facione en el sentido de que un individuo puede ser buen pensador crítico considerado como experto en los procesos cognitivos y aún así, no ser un buen pensador crítico en la connotación moral de la palabra en cursivas.
Distingo tres niveles de análisis en esta consideración.
El primer nivel es cultural y atañe al relativismo con el cual podemos juzgar un acto como aceptable en el terreno moral dependiendo de los valores y principios que cohesionan una sociedad. Probablemente el significado de un término moral sea universal, pero su aplicación está directamente vinculada al contrato social que rige una comunidad, una ciudad o un país. El ejemplo simple del relativismo de lo moral sería imaginar por un momento, un corredor pletórico de vitrinas con mujeres semidesnudas ofreciendo sexo servicio en Ámsterdam algo que resulta impensable en Guanajuato. El botón de muestra sublime nos lo brinda un doctor en filosofía, Joseph Goebbels, Ministro (y genio) de la Propaganda Nazi (Ferrer, 1975), nadie pondría en duda su buen pensamiento crítico como experto en el manejo de la psicología de masas y la propaganda, pero muchos pondrían en tela de juicio la conducta moral del doctor Goebbels aplicando sus conocimientos con fines de dominación y genocidio.
El segundo nivel es ideológico. Recordemos Psicología, ideología y ciencia de Néstor (Braunstein, 1975) en el que nos hace reflexionar acerca de cómo algunos descubrimientos e investigaciones atentan contra la ideología dominante de tal forma que son prohibidos, en consecuencia, son permitidos aquellas investigaciones científicas que no van contra el status quo, o mejor aún, son alentados aquellos proyectos que contribuyen a la hegemonía de las ideas defendidas desde el poder. ¿Cuántos científicos con buen pensamiento crítico trabajan perfeccionando instrumentos para la guerra sabiendo que los productos de su trabajo son abiertamente con fines no pacíficos? Nadie dudaría que en El Pentágono hay coeficientes intelectuales de los más altos del mundo, todos buenos pensadores críticos y sin embargo, este icono de la hegemonía militar estadounidense , en 2004, anunció la construcción de una Red Global de Información (GIG) que podría llevar dos años y costar miles de millones de dólares, sólo con el propósito de que cualquiera de sus marines conduciendo un vehículo militar, en cualquier rincón del planeta, bajo cualquier clima, pudiera conocer los movimientos del enemigo (Weiner, 2004).
El tercer nivel es neuroético (Mora, 2007). Narcisistas, psicópatas, entre otras caracterizaciones de diferentes personalidades que son estudiadas por la psiquiatría, la psicología y la neurología, pueden interferir en conductas consideradas como trasgresoras de la moral, pueden ser distintivas de coeficientes intelectuales muy elevados, de individuos funcionales y exitosos en sus profesiones (incluyendo la academia y la ciencia) y no obstante, moralmente incompetentes o siguiendo a (Goleman, 2006) con una pobre inteligencia social. “Lesiones de la parte más anterior de la corteza prefrontal producen en las personas una pérdida del sentimiento de culpa… lesiones en la parte más anterior del lóbulo temporal produce una incapacidad en la apreciación y reacción emocional ante situaciones que envuelven conceptos sociales específicos, como, por ejemplo, ‘honor’ o ‘envidia’ (Mora, 2007). En el silencio de los inocentes, el buen pensador crítico Hannibal Lecter “el Caníbal” da cuenta de las habilidades cognitivas descritas por Facione y no faltará un buen pensador crítico que hasta se identifique empáticamente con el personaje.
Referencias
Ferrer, E. (1976). Por el ancho mundo de la propaganda política (2ª ed.). México: Danae.
Braunstein, N. (1975). Psicología, ideología y ciencia. México: Siglo XXI Editores.
Weiner, T. (2004). El Pentágono prevé una costosa Internet para la guerra. En Nelly, E. La década decisiva: tres escenarios para el futuro del mundo. Bogotá, Colombia: Grupo Editorial Norma, p. 115.
Mora, F. (2007). Neurocultura. Una cultura basada en el cerebro. España: Alianza Editorial. pp. 74-75.
Goleman, D. (2006). Inteligencia social (1ª ed.). México: Planeta.
Actitudes mentales
en un Pensamiento Crítico fuerte.
En el texto de Espíndola se proponen siete actitudes mentales (aunque no son todas según se desprende de la lectura y podrían cruzarse con las disposiciones hacia el pensamiento crítico de las que nos habla Facione):
Humildad intelectual que interpreto como la cualidad de reconocer las dimensiones y alcances de nuestros conocimientos, investigaciones y aportes, tan sólo como una gota de agua en el océano del saber.
Valentía intelectual que asimilo como la virtud de escuchar o leer a los otros intentando entender y repetir su discurso aún cuando se tengan inclinaciones o fobias contrarias a las ideas que expresan.
Empatía intelectual que entiendo como la identificación con el ambiente que caracteriza el intercambio de ideas y juicios de valor en función de la vida académica y la producción científica.
Integridad intelectual que abarca las dimensiones éticas del académico, del investigador y del científico al desarrollar una tarea, consciente de la responsabilidad que asume en la construcción y reproducción del conocimiento.
Perseverancia intelectual que defino como el no abandonar las fuentes del saber (libros, Internet, revistas) y mantener en el largo plazo un esfuerzo sistemático y decidido pese a los obstáculos y carencias materiales y personales.
Confianza en la razón que circunscribo a la seguridad que brinda la experiencia académica en cuanto a la utilización de métodos y técnicas confiables para construir el conocimiento, incluso sabiendo que estas son perfectibles.
Sentido intelectual de justicia que advierto como la meritocracia del ámbito académico y científico: cada quien recibe o encuentra lo que se merece en una relación directamente proporcional a su esfuerzo y preparación, desde luego, considerando su entorno y su historia personal.
¿Por qué es importante el desarrollo de la competencia de Pensamiento Crítico en el ámbito académico?
La naturaleza y los fines de la academia tienen su base en la construcción, divulgación y revisión del conocimiento científico, una forma exigente consigo misma de observar y apropiarse de la realidad a través de métodos científicos aceptados por la comunidad académica.
Los estándares de calidad de la producción científica y la formación de recursos humanos en el ámbito académico exige la puesta en práctica de hábitos cognitivos y actitudes mentales, de estrategias y procesos cerebrales que son los que caracterizan al pensamiento crítico como lo describe Facione y Espíndola.
La construcción de juicios de valor y con valor científico (validez universal) requieren de la observación metódica, análisis, levantamiento de evidencias, interpretación, construcción de estrategias previas para estudiar e investigar, inferencia, actividad de alerta para la revisión permanente de ideas y procesos (juicio autoregulado), descripción de la planeación previa en la que se incluyen las formas de abordar un tema, la formulación de un marco conceptual, el establecimiento de técnicas y métodos, el establecimiento de criterios y consideraciones contextuales.
La academia y la ciencia demandan personas con las habilidades y actitudes del pensamiento crítico, en tanto la naturaleza del contexto académico es un campo propicio para individuos informados, con argumentos y razones “razonadas”, con la mente abierta, informados y con deseos de seguir informándose, inquisitivos, honestos y justos consigo mismo, con disposición a reconocer el mérito en otros y en las ideas de otros, con espíritu para averiguar e indagar, con ánimo para especular en el sentido positivo sobre métodos, hipótesis y soluciones a problemas teórico y prácticos.
¿En qué nivel educativo sería conveniente introducir el Pensamiento Crítico como parte de la curricula y en cuáles áreas de aprendizaje? ¿Por qué?
Me inclino a pensar que es necesario revisar el pensamiento crítico a la luz de algunos hallazgos en la neurología y neurociencias. El cerebro es el órgano que recibe estímulos del medio ambiente y con los que elabora la realidad que nos circunda, gracias a los códigos de funcionamiento construidos en él a lo largo de cientos de millones de años (Mora, 2007). A partir de ahí, me atrevo a proponer que desde el jardín de niños y en cada una de las áreas de maduración se afinen las habilidades cognitivas y aptitudes mentales, gradualmente hasta llegar a la universidad; es deseable y sin embargo, lo restrinjo a un si fuera posible, impartir cursos para padres para que fortalezcan aptitudes naturales de los niños que observan a mayor detalle, infieren, analizan, expresan, explican y cuestionan con oportunidad.
Hay un libro cuyo título reza todo lo que sé lo aprendí en el jardín de niños, a decir la verdad, a no salirme de la raya cuando pinto, a dibujar objetos (abstraerlos), a clasificar por colores,a ser ordenado, a ser metódico, a poner la basura en su lugar, a sentarme correctamente, a colocar la silla debajo de la mesa cuando no la ocupo, a guardar silencio mientras otros hablan, a lavarme las manos, a levantar la mano para preguntar y responder, a contar los primeros números, conocer algunas figuras geométricas, a maravillarme con la narración de cuentos, a iluminar según mi creatividad, entre otras más.
Tengo un hijo de 3 años que infiere, por ejemplo, cuando sólo lo recogemos a él de la escuela y es el día en que los dos acostumbran a salir juntos, infiere que falta su hermano y enseguida pregunta por él. Expresa con honestidad su punto de vista, por ejemplo, no me gusta, está caliente, no quiero ir, quiero jugar a esto. Tiene iniciativa y demanda: léeme un cuento. Explora con la computadora y los juegos electrónicos. No. no es un genio, es un niño que apenas aprende a hablar correctamente, pero hay habilidades cognitivas que van aflorando con el entorno y hay actitudes mentales que despiertan y se fortalecen en el contexto o de plano, se bloquean.
Mi otro hijo tiene 6 años y no deja de preguntar, por ejemplo, ¿por qué las nubes no se caen?, ¿dónde está el infierno?, ¿por qué si Dios era bueno lo asesinaron y pusieron en una cruz? No estoy seguro si busca respuestas científicas o teológicas, pero tengo la certeza que quiere conocer. Es capaz de seguir una secuencia. Es competente para ordenar una historia. La escuela propicia ejercicios de laboratorio a través del cual una semilla se convierte en planta y él, es capaz de secuenciar desde la siembra hasta el florecimiento de una planta. Relaciona hechos con ideas. Hace planes. Discute con sus amigos sobre temas de su interés, abriga dudas producto de sus discusiones y luego llega a la enciclopedia paterna y cuestiona.
No me he puesto a observar a mis hijos con afanes clínicos y a través de una lista de cotejo de las habilidades y aptitudes del pensamiento crítico, pero creo que desde el hogar se van formando los buenos pensadores críticos. Insisto en que lenguaje, madurez, conocimientos y habilidades del pensamiento crítico van acompasados.

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